Hablar de educación en valores en preescolar es hablar del corazón de la enseñanza. Porque, al final, ¿De qué sirve que un niño aprenda a contar o a leer si no aprende también a convivir, a respetar, a compartir o a reconocer sus emociones?
En el preescolar, los valores no se enseñan con discursos, sino con ejemplos, rutinas y vivencias. Y eso es lo más bonito de todo: los niños aprenden los valores viviéndolos.

¿Qué es exactamente la educación en valores?
La educación en valores es el proceso mediante el cual los niños aprenden principios que guían su comportamiento y sus decisiones. No es solo enseñarles qué está bien o mal, sino ayudarlos a comprender por qué algo lo está y a actuar en consecuencia.
Por ejemplo, no se trata solo de decir “hay que compartir los juguetes”, sino de vivir situaciones donde compartir sea natural. No basta con repetir “hay que decir la verdad”, sino crear un entorno donde decirla se sienta seguro.
En pocas palabras, la educación en valores en preescolar no se impone, se modela, se practica y se siente.
¿Por qué es tan importante comenzar en preescolar?
La educación en valores en preescolar es importante porque en esos primeros años se siembran las bases de la personalidad. Los niños de preescolar están formando su identidad, su forma de relacionarse con los demás y su manera de entender el mundo.
A esa edad, todo lo que viven y observan deja una huella profunda. Si crecen en un ambiente donde hay respeto y solidaridad en el aula, empatía y cooperación, esos valores se vuelven parte de ellos sin necesidad de memorizar nada.
Por eso, la educación en valores no se enseña como una materia, sino que se integra en cada momento del día.
Los valores que más se trabajan en preescolar
En la educación preescolar, los valores se trabajan desde lo cotidiano. No hace falta hablar de temas abstractos, sino de crear actividades para fomentar honestidad y hablar cosas que los niños viven cada día para que esto sea relevante.
Dentro de ese contexto, algunos de los valores más comunes en preescolar son:
1. Respeto
El respeto es el valor base de la convivencia armoniosa en el aula. Aquí se fomenta que los niños aprenden a escuchar, a esperar su turno, a cuidar los materiales o a aceptar las diferencias entre los demás.
El respeto no se enseña con frases, sino con límites claros y un ambiente donde todos se sientan valorados.
2. Solidaridad
La solidaridad trata de enseñar que no estamos solos, que podemos ayudar y recibir ayuda. En el preescolar, se ve cuando los niños comparten materiales, ayudan a un compañero o colaboran para limpiar el salón después de una actividad.
Cuando se promueve la solidaridad, los niños desarrollan empatía y aprenden que el bienestar común también importa.
3. Responsabilidad
Incluso los más pequeños pueden aprender a ser responsables. Desde guardar sus juguetes hasta cuidar una planta, esas pequeñas tareas les enseñan que sus acciones tienen consecuencias.
El mensaje no es “hazlo porque lo digo”, sino “hazlo porque es tuyo, porque eres parte del grupo y porque puedes hacerlo”.
4. Honestidad
La honestidad se aprende en entornos donde se valora la verdad, no se castiga. Si un niño rompe algo y lo dice, el adulto no debería enfocarse en el error, sino en reconocer su sinceridad.
A través de un ambiente de comunicación y actividades para fomentar honestidad , el niño aprende que ser honesto es valioso y no algo que deba esconder.
5. Empatía
Entender cómo se sienten los demás no es algo que se enseñe con palabras, sino con práctica. Este valor se puede trabajar mediante cuentos, dramatizaciones o simplemente conversando después de una situación.
Por ejemplo, a través de preguntas puntuales, los niños aprenden a ponerse en el lugar del otro y a reconocer emociones ajenas.
6. Tolerancia y diversidad
Vivimos en un mundo donde no todos somos iguales y eso es algo maravilloso. Desde pequeños, los niños pueden aprender que hay distintas formas de pensar, de verse o de actuar, y que todas merecen respeto.
Juegos, libros y celebraciones de distintas culturas son herramientas sencillas que se sugieren para el desarrollo socioemocional en preescolar y la enseñanza de valores.
7. Amistad y cooperación
En el preescolar, los vínculos entre compañeros son fundamentales. Aprender a trabajar en equipo, a resolver juntos un problema o a disfrutar de un juego compartido desarrolla la convivencia social y la capacidad de comunicarse con los demás.
Por ello es que la educación en valores en preescolar exige realizar diferentes actividades que comenten el trabajo en equipo y por consecuencia, la convivencia armoniosa en niños.

Cómo se enseñan los valores: Más allá de las palabras
La educación en valores no se enseña con carteles en la pared ni con sermones. Se enseña a través de las acciones diarias, el ejemplo y la coherencia. Además, el ambiente donde se desarrolla el niño es clave.
Un aula o una casa donde hay orden, respeto y afecto transmite esos valores de forma natural. Toma en cuenta que el espacio físico también comunica pues un lugar limpio, cuidado y con materiales compartidos enseña que todo se valora y se cuida creando un ambiente de respeto y solidaridad en el aula.
Además, la relación entre escuela y familia debe ser coherente.
Si en el aula se fomenta el respeto, pero en casa se normaliza la agresión o la mentira, el niño se confunde. Por eso, lo ideal es que ambos espacios trabajen en la misma dirección.
La educación emocional como base de los valores
No se puede hablar de educación en valores sin hablar de emociones. Antes de que un niño pueda respetar, compartir o empatizar, necesita entender lo que siente.
Si no sabe manejar su enojo, será difícil que pueda ser tolerante. Si no comprende la tristeza, no podrá consolar a otro. Por eso, la educación en valores en preescolar va de la mano con educar las emociones:
- Ponerles nombre a lo que sienten.
- Reconocerlas en los demás.
- Aprender a expresar sus emociones de forma sana.
Una vez que los niños entienden sus emociones, los valores cobran sentido real.
La educación en valores en preescolar no busca formar niños “perfectos”, sino niños conscientes, capaces de tomar decisiones responsables y de convivir de forma sana. No se trata de que nunca se equivoquen, sino de que sepan reflexionar y aprender de sus acciones.